California se encuentra al borde de la insurrección tras el surgimiento del movimiento “Calexit”, que busca la independencia del estado de los Estados Unidos. Las calles de California se han convertido en un campo de batalla, donde miles de manifestantes se enfrentan a las fuerzas de la Guardia Nacional y a la policía en protestas masivas contra lo que consideran una brutalidad policial y una violación de sus derechos.
El presidente Donald Trump ha respondido al descontento enviando 5,000 soldados de la Guardia Nacional y 2,000 marines para controlar la situación, lo que ha intensificado la ira entre los californianos. La respuesta del gobierno federal ha sido violenta: se han utilizado balas de goma, gas lacrimógeno y granadas aturdidoras contra los manifestantes, que han reaccionado lanzando piedras, botellas y hasta bombas molotov.
La situación es crítica. Más de 500 personas han sido arrestadas, y los manifestantes han bloqueado accesos a centros de detención de inmigrantes, exigiendo la liberación de aquellos que han sido capturados sin justificación. La tensión se ha disparado, y el gobernador de California, Gavin Newsom, ha denunciado el despliegue militar como un intento de instaurar un régimen autoritario, prometiendo llevar a Trump a los tribunales por lo que considera una medida ilegal.
Mientras tanto, el movimiento Calexit ha cobrado fuerza, con planes de un plebiscito en 2026 que podría llevar a la independencia de California, un estado que, si se separa, se convertiría en la cuarta economía más grande del mundo. La situación es volátil y cualquier chispa podría desatar una guerra civil en el estado. Los californianos están decididos a luchar por su autonomía, y el eco de sus gritos resuena por todo el país: ¡California no se rendirá!