La noticia ha dejado a todos en shock: Dulce, la icónica cantante mexicana, ha fallecido, y su hija, Romina Mircoli, se ha convertido en la única heredera de su legado musical y personal. A solo seis meses de su diagnóstico de un tumor renal, Dulce, conocida por su inquebrantable espíritu, tomó la decisión de poner en orden su vida al enfrentar la dura realidad de su salud. En un acto de amor y responsabilidad, dejó claro en su testamento que todo lo que había logrado en su carrera artística sería legado a su única hija, Romina.
El testamento de Dulce revela un legado que va más allá de los bienes materiales: Romina hereda no solo los derechos de las canciones que han tocado los corazones de miles, sino también un contenido único: grabaciones de su voz sin acompañamiento musical. Esto permitirá a Romina utilizar la voz de su madre para crear nuevas versiones y mantener viva la esencia de Dulce en la industria. La herencia también incluye propiedades y joyas de gran valor, pero lo más significativo es el legado cultural que representa.
A lo largo de su carrera, Dulce enfrentó desafíos personales, incluyendo una relación complicada con Romina, que se fue suavizando tras la llegada de un nieto en 2019. Ahora, ante la pérdida de su madre, Romina se encuentra en una posición única para gestionar y continuar con el legado musical de Dulce, un reto que lleva consigo una mezcla de tristeza y orgullo.
El impacto de Dulce en la música mexicana es incalculable, y su voz, poderosa y emotiva, seguirá resonando a través de su hija. La comunidad artística y sus fans lloran la pérdida de una leyenda, mientras se preparan para ver cómo Romina asume el papel de custodio de su legado. La historia de Dulce no acaba aquí; su música y su amor vivirán eternamente a través de Romina.