**Título: “El Caso de Marcelo: Un Estudiante Inocente Bajo la Mirada del Estado”**
En un día que debió haber sido de celebración, el pueblo de Milford, Massachusetts, se encuentra sumido en la indignación tras la detención de Marcelo Gómez, un joven de 18 años, estrella del voleibol y estudiante ejemplar, arrestado por los agentes de ICE un día antes de su graduación. La imagen de un adolescente encadenado, arrojado a una celda con adultos, ha encendido una ola de protestas que trasciende las fronteras de la comunidad inmigrante.
“Esto ya no es política migratoria, esto se asemeja a la Gestapo”, grita un activista mientras los estudiantes, amigos y familiares se unen para exigir la liberación de Marcelo. La detención no solo ha afectado a su familia, sino que ha despertado la conciencia de una comunidad entera que ahora se siente amenazada. “Marcelo no es un criminal. Marcelo debería estar tocando los tambores en su graduación”, afirmó la gobernadora de Massachusetts, Maura Healey, quien se ha posicionado a favor del joven y ha pedido un cambio en las políticas migratorias.
La respuesta del régimen de Donald Trump ha sido deshumanizadora. En una conferencia de prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Caroline Levit, defendió la deportación masiva de inmigrantes indocumentados sin mostrar preocupación por las repercusiones en la cadena alimentaria del país. “Si estás aquí sin papeles, no importas”, parece ser el mantra de una administración que actúa con impunidad.
Mientras la comunidad se une en una vibrante protesta, la pregunta persiste: ¿qué clase de país convierte a un estudiante con sueños en un objetivo militar? La historia de Marcelo es un grito de resistencia contra un sistema que ha perdido su humanidad. “¡Devuélvanos a Marcelo!” resuena en las calles, recordando a todos que la lucha por la justicia no conoce fronteras. La indignación es palpable, y la comunidad de Milford ha decidido que no se quedará callada.