**¡Trump en la cuerda floja! La economía grita auxilio mientras el expresidente se queda sin cartas**
En un giro inesperado de los acontecimientos, Donald Trump, el hombre que hizo de “¡Estás despedido!” su lema, ahora se encuentra atrapado en su propia trampa económica. Esta semana, el Wall Street Journal lo ha calificado como un “peligro económico ambulante”, dejando claro que la economía de Estados Unidos está en una espiral de incertidumbre, y la culpa recae en sus decisiones erráticas. Mientras los inversores dudan, las cifras de Tesla caen un 71% y el país enfrenta una creciente crisis de empleo, la figura del exmandatario se diluye en medio de su propia retórica.
En un ambiente ya tenso, Trump intenta convencer al mundo de que no despedirá al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, a quien ha atacado en el pasado. Pero esta vez, la realidad es otra: no tiene la autoridad para hacerlo. Powell, que controla las tasas de interés y, por ende, el pulso de la economía, se ha convertido en un desafío que Trump no puede manejar. La ironía es palpable; el hombre que se deshizo de su gabinete como si fuera un juego de cartas ahora enfrenta a un líder que no puede remover.
La economía estadounidense, que alguna vez se sintió invencible bajo su mando, ahora se tambalea con aranceles improvisados y políticas que parecen más una reacción emocional que una estrategia coherente. Mientras tanto, Scott Besent, su secretario del tesoro, se reúne a puertas cerradas con los ultra ricos, donde sus palabras revelan una verdad inquietante: “Nadie cree que esto sea sostenible”.
Los efectos de esta inestabilidad ya son palpables. Los consumidores enfrentan precios cada vez más altos, las empresas sienten la presión y la popularidad de Tesla se desploma. La imagen de Elon Musk, aliado de Trump, se ha visto afectada, y los datos muestran que la percepción de Tesla ha cambiado drásticamente entre los estadounidenses.
Mientras el exmandatario se aferra a su narrativa, la realidad económica sigue su curso, dejando a la población preguntándose si este es solo un bache o el preludio del colapso de un imperio. Con las élites resguardándose en sus fortunas, el ciudadano común paga un precio que no solo es financiero, sino también emocional. Así, la pregunta queda en el aire: ¿Estamos ante el ocaso de una era?