Su matrimonio con John F. Kennedy, que comenzó en un ambiente de romance y ambición, pronto se vio ensombrecido por la infidelidad del presidente y la presión constante de ser la primera dama. Jackie, con su elegancia y fortaleza, se convirtió en un símbolo nacional, pero detrás de su imagen perfecta se ocultaban profundos sufrimientos, especialmente tras el asesinato de su esposo en 1963. Este evento no solo marcó su vida personal, sino que también dejó una profunda herida en la nación.