Evangelina Elizondo, un ícono del cine mexicano, vivió una vida llena de éxitos y tragedias que marcaron su trayectoria. Nacida en abril de 1929 en la Ciudad de México, desde pequeña mostró un gran interés por las artes, impulsada por su talento y la influencia de su familia. A los 21 años, su participación en una audición para la versión en español de “Cenicienta” la llevó a la fama, marcando el inicio de una carrera que abarcó teatro, cine y música.
Durante la década de 1950, Evangelina se convirtió en una figura prominente del cine mexicano, destacándose por su impresionante parecido con Marilyn Monroe y ganando el apodo de “las piernas más bellas de México”. Su versatilidad la llevó a protagonizar más de 80 películas, tanto en México como en el extranjero, y a trabajar con grandes nombres del cine, como María Félix y Luis Aguilar. Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por tragedias, incluyendo el asesinato de su amigo Ramón Gay, que dejó una profunda huella en su vida.
A pesar de su éxito, Evangelina enfrentó desafíos significativos. Su relación con el actor y luchador Wolf Rubinski fue apasionada pero tumultuosa, y se dice que sus decisiones financieras contribuyeron a su ruina. A lo largo de los años, Evangelina luchó por los derechos de los artistas, demandando a Walt Disney Company por el uso no remunerado de su voz en “Cenicienta”, un caso que sentó un precedente en la defensa de los actores de doblaje.
En sus últimos años, Evangelina se dedicó a la pintura y fundó una academia de arte, dejando un legado duradero en la comunidad artística. Falleció el 2 de octubre de 2017, rodeada de su familia, pero su influencia perdura en el cine, la música y las artes visuales. Su vida es un testimonio de resiliencia, creatividad y amor por la familia, dejando una huella imborrable en la historia del arte mexicano. Su espíritu sigue vivo en el corazón de quienes la admiraron y amaron.