El mundo del cine se encuentra en estado de shock tras la revelación del último momento de Robert Redford, contado por su esposa, Civil Sagars. En un conmovedor relato, ella desvela cómo el icónico actor eligió su final en la intimidad de su hogar, lejos de las cámaras y los homenajes que merecía. No fue en un hospital, sino en su sillón de madera, contemplando las montañas que tanto amó, en un silencio que se convirtió en su último susurro.
Sagar relata que, mientras el mundo exterior seguía venerando a Redford como una leyenda, él se desvanecía lentamente, eligiendo renunciar a lo que una vez fue. Sin diagnósticos abruptos ni caídas dramáticas, su proceso de desaparición fue silencioso y deliberado. “Quiero que me recuerden con los ojos abiertos, no cerrados”, le había dicho a su esposa, marcando el inicio de su decisión de alejarse de la vida pública y de su propia identidad.
La transformación de Redford fue gradual, una elección consciente de distanciarse de la fama que lo había rodeado durante décadas. Civil compartió que su esposo dejó de leer cartas, de hablar por teléfono y, eventualmente, de encender las luces en su habitación. “No quería que el mundo me viera apagándome”, confesó, revelando la lucha interna de un hombre que había vivido en el centro de atención pero que anhelaba la paz del anonimato.
En sus últimos días, Redford se comunicaba más con los árboles que con su esposa, buscando consuelo en la naturaleza que siempre había amado. “Estoy diciendo adiós, pero no a ti, sino a todo lo que fui”, le susurró una vez, dejando claro que su partida no era solo física, sino una despedida de su propia esencia.
La noticia de su muerte, que se produjo sin aviso y en silencio, ha dejado un vacío en el corazón de sus admiradores. Sin homenajes ni cartas póstumas, el legado de Redford se define no solo por su brillante carrera, sino por su elección de partir en silencio, una decisión que desafía la narrativa típica de la fama y el reconocimiento.
Robert Redford, el hombre que se convirtió en un símbolo del cine americano, eligió dejar este mundo como vivió: en paz, rodeado de la naturaleza, y sin el ruido de las cámaras. Su esposa, Civil, nos recuerda que su verdadera grandeza no radicaba en la fama, sino en la coherencia de su vida, una vida que eligió vivir y terminar en sus propios términos.