Una tragedia desgarradora ha conmocionado a Ecuador: la desaparición y asesinato de la pequeña Emilia Benavides Cuenca, de solo 10 años. La niña, quien fue vista por última vez el 15 de diciembre de 2017, había salido de su colegio en Loja y esperaba el transporte escolar. Sin embargo, su inocencia fue traicionada por un hombre en quien su familia confiaba: José Fabián Nero, un instructor de bailoterapia.
Las cámaras de seguridad revelaron que Emilia caminó con él, confiada, antes de ser llevada a un destino aterrador. En un giro escalofriante, José Fabián confesó haberla secuestrado bajo las órdenes de una red de trata de personas. La niña fue sedada y llevada a un lugar donde sufrió abusos inimaginables. La desesperación de su familia se transformó en horror cuando, tras días de búsqueda, se reveló que Emilia había sido asesinada.
El 19 de diciembre, José Fabián fue arrestado, y su declaración reveló un entramado de corrupción y violencia. Junto a su cómplice, un taxista, y la líder de la red, Tania Ramos, planearon una serie de crímenes horrendos. En un acto de desesperación, al ver que la policía se acercaba, José Fabián decidió acabar con la vida de Emilia y deshacerse de su cuerpo.
La noticia ha generado una ola de indignación en el país, llevando al presidente a exigir justicia. Los culpables enfrentan condenas severas, pero la sombra de este crimen perturbador perdura. En respuesta a esta tragedia, Ecuador ha implementado la “Alerta Emilia”, un protocolo para la búsqueda rápida de menores desaparecidos, con la esperanza de que ninguna otra familia sufra lo que los Benavides han vivido. La historia de Emilia es un recordatorio escalofriante de los peligros que acechan a los más vulnerables y la urgencia de actuar para proteger a los niños.