Israel ha declarado persona “non grata” a la activista sueca Greta Thunberg y a otros once activistas que intentaban ingresar a Gaza con ayuda humanitaria. En una acción contundente, el ministro de Exteriores israelí, Guidon Sart, confirmó que Thunberg fue deportada esta mañana tras ser interceptada por las fuerzas de defensa israelíes en el barco Med Lin, que buscaba romper el bloqueo impuesto a la franja de Gaza.
La madrugada del lunes, el barco fue llevado a las costas israelíes, y aunque Thunberg recibió un trato respetuoso y alimentos, su estancia fue breve. La activista partió hacia Suecia, mientras que otros dos activistas también fueron deportados. Sin embargo, la situación se complica para varios de sus compañeros: la europarlamentaria Rima Hassan y otros siete se niegan a firmar los documentos de deportación, lo que los llevará ante la justicia israelí para determinar su futuro.
La flotilla, que pretendía llevar una carga simbólica de ayuda humanitaria a Gaza, se enfrenta a un contexto crítico. Desde el 2 de marzo, Israel ha mantenido un bloqueo total a la entrada de asistencia humanitaria, lo que ha dejado a la población de Gaza, que supera los 2.1 millones de habitantes, en una situación desesperante. Las organizaciones internacionales han denunciado la insuficiencia de la ayuda que ha llegado desde la última relajación del bloqueo en mayo, lo que ha intensificado la crisis humanitaria en la región.
La deportación de Thunberg y otros activistas no solo marca un nuevo capítulo en la tensa relación entre Israel y quienes critican su política hacia Gaza, sino que también resalta la urgencia de la situación humanitaria en el enclave. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos acontecimientos, mientras la presión sobre Israel por permitir la entrada de ayuda humanitaria sigue aumentando.