El mundo se encuentra en duelo tras el fallecimiento del Papa Francisco, quien dejó este plano terrenal el 21 de abril de 2025 a las 7:35 de la mañana en la Casa Santa Marta, en el Vaticano. La noticia, que ha conmocionado a millones de fieles y no fieles, se debe a un ictus cerebral que provocó un coma y un colapso cardiocirculatorio irreversible. El parte médico reveló que el Papa enfrentaba un complicado historial clínico, incluyendo neumonía bilateral y diabetes tipo 2, lo que había llevado a su reciente hospitalización de 38 días. Su última aparición pública fue el día anterior, durante la misa de Pascua, donde se le notó debilitado, un presagio de su inminente partida.
Una de las imágenes más emotivas que ha resonado en las redes sociales es la de un niño que, en lágrimas, preguntó al Papa si su padre fallecido había ido al cielo. A pesar de ser ateo, el niño expresó que su padre era un hombre bueno, lo que llevó a Francisco a ofrecer consuelo y esperanza. Este momento refleja el compromiso del pontífice con la paz y la fraternidad, elementos que definieron su papado.
La muerte del Papa Francisco activa el protocolo de sede vacante, y ya se están realizando los preparativos para el cónclave que elegirá a su sucesor. Su deseo de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, en una tumba sencilla, simboliza su vida de humildad y fe. En su testamento, el Papa dejó claro que ofreció sus sufrimientos por la paz mundial y la unidad entre los pueblos, un legado que perdurará.
Este acontecimiento no solo marca el fin de una era, sino que también invita a la reflexión sobre el impacto de su mensaje de amor y compasión en un mundo que a menudo parece dividido. Francisco será recordado no solo por su liderazgo religioso, sino también por su capacidad de tocar corazones, incluso en los momentos más difíciles.